viernes, 12 de julio de 2013

Voloshinov, V.: El Marxismo y la filosofía del lenguaje.



Capítulo 1
EL ESTUDIO DE LAS IDEOLOGÍAS Y LA FILOSOFÍA DEL LENGUAJE
Cualquier producto ideológico es parte de una realidad natural o social no sólo como cuerpo físico, un instrumento de producción o un producto de consumo, sino que además, a diferencia de los fenómenos enumerados, refleja y refracta otra realidad, la que está más allá de su materialidad. Todo producto ideológico posee una significación: representa, reproduce, sustituye algo que se encuentra fuera de él, esto es, aparece como signo. Donde no hay signo, no hay ideología.
Cualquier cuerpo físico puede ser percibido como la imagen de algo. Al lado dee los fenómenos de la naturaleza, los objetos técnicos y los productos de consumo existe un mundo especial, el mundo de los signos.
El signo no solo existe como parte de la naturaleza, sino que refleja y refracta esta otra realidad, y por lo mismo puede distorsionarla o serle fiel, percibirla bajo un determinado ángulo de visión, etc. A todo signo pueden aplicársele criterios de una valoración ideológica (mentira, verdad, corrección, justicia, bien, etc.). El área de la ideología coincide con la de los signos. Entre ellos se puede poner un signo de igualdad. Donde hay un signo, hay ideología. Todo lo ideológico posee una significación sígnica.
El carácter sígnico es la determinación general de todos los fenómenos ideológicos. Todo signo ideológico no solo aparece como reflejo, sino también como parte material de la realidad. Todo fenómeno sígnico e ideológico se da en base a algún material: el signo es fenómeno del mundo exterior. Tanto el signo como los efectos que produce transcurren en la experiencia externa.
La filosofía idealista de la cultura y la psicología comenten el mismo error radical. Al situar la ideología en la conciencia, convierten la ciencia de las ideologías en el estudio de la conciencia y de sus leyes, sean estas trascendentales o empírico-psicológicas. No tienen en cuenta que la comprensión se lleva a cabo mediante algún material sígnico, que al signo se le opone otro signo y que la propia conciencia solo puede realizarse y convertirse en un hecho real después de plasmarse en algún material sígnico. La comprensión responde al signo mediante otros signos.
El lugar auténtico de lo ideológico se encuentra en el ser: en el específico material sígnico y social creado por el hombre. Su especificidad consiste en el hecho de situarse entre los individuos organizados, de aparecer como su ambiente, como un medio de comunicación. El signo solo puede surgir en un territorio interindividual, y es necesario que los individuos estén socialmente organizados.
La conciencia individual es un hecho ideológico y social. Una definición objetiva de la conciencia sólo puede sociológica. La conciencia se construye y se realiza mediante el material sígnico, creado en proceso de comunicación social de un colectivo organizado. La conciencia individual  se alimenta de signos, crece en base a ellos, refleja en sí  su lógica y sus leyes.
El estudio de las ideologías en ningún grado depende la psicología ni se apoya en ésta. Es la psicología la que debe fundarse en la ciencia de las ideologías. La realidad de los fenómenos ideológicos es la realidad objetiva de los signos sociales. Las leyes de esta realidad son leyes de la comunicación semiótica determinadas directamente por todo el conjunto de las leyes económicas y sociales. La conciencia individual no es el arquitecto de la superestructura ideológica, sino tan solo un inquilino alojado en edificio social de los signos ideológicos.
La palabra es el fenómeno ideológico por excelencia. Toda la realidad de la palabra se disuelve por completo en su función de ser signo. Es el medio más puro y genuino de la comunicación social. Como signo es la materialización de la comunicación.
Es neutral con respecto a su función ideológica. Además, llegó a convertirse en el material sígnico de la vida interior, de la conciencia. Sirve de medio ambiente para ella.
Toda refracción ideológica del ser en devenir, es acompañada por una refracción ideológica en palabra, como fenómeno satélite obligatorio. La palabra está presente en todo acto de comprensión y en todo acto de interpretación.
Todas las particularidades de la palabra que analizamos la convierten en objetivo básico del estudio de las ideologías. La introducción del método sociológico marxista en todas las profundidades y sutilezas de las estructuras ideológicas inmanentes sólo es posible sobre la base de una filosofía del lenguaje elaborada por el propio marxismo, de una filosofía del lenguaje comprendida como filosofía del signo ideológico.
Capítulo 2
PROBLEMA DE RELACIÓN ENTRE LAS BASES Y LAS SUPERESTRUCTURAS
Este problema puede en gran medida esclarecerse sobre el materia verbal. La esencia de este problema se reduce, en el plano en que interesa a Voloshinov, al cómo de la existencia real (las bases) determinan el singo, al cómo el signo refleja y refracta la existencia en su proceso generativo. Por todas las características anteriormente mencionadas la palabra se vuelve el signo material más idóneo para realizar una orientación del problema. Lo que importa es su omnipresencia social. Penetra en todas las interacciones e interrelaciones que se lleven a cabo entre los hombres. En la palabra se ponen en funcionamiento los innumerables hilos ideológicos que traspasan todas las zonas de la comunicación social.
La ideología se manifiesta globalmente en el exterior: en la palabra, en el gesto, en la acción. Las relaciones de producción y la formación político social condicionada directamente por aquellas determinan todos los posibles contactos de los hombres, todas las formas y modos de su comunicación verbal: en el trabajo, en la política, en la creación ideológica. A su vez, tanto las formas como los temas de las manifestaciones discursivas están  determinados por las formas y tipos de comunicación discursiva.
La psicología social es aquel medioambiente que compuesto de actuaciones discursivas, abarca todas las formas y aspectos de la creación ideológica. Es precisamente en las entrañas de esta psicología social materializada en la palabra donde se acumulan aquellas transformaciones y desplazamientos apenas perceptibles que posteriormente se ponen de manifiesto en los productos ideológicos terminados.
La psicología social  debe estudiarse bajo dos ángulos: en su contenido, y en sus formas y tipos de comunicación discursiva: formas de realización del espíritu, formas de comunicación semiótica verdadera. Por eso es una tarea urgente es la realización de una tipología, clasificación de las formas del enunciado que debe fundarse en una clasificación de las formas de comunicación discursiva, determinadas por las relaciones de producción y por la formación político-social.
Todo signo se estructura entre los hombres socialmente organizados en el proceso de su interacción. Por eso las formas del signo están determinadas ante todo tanto por la organización social de los hombres como por las condiciones más inmediatas de su interacción. En cuanto cambian las formas, cambia el signo. Una de las tareas del estudio de las ideologías debe consistir en examinar la vida social, del signo verbal.
Para ello es necesario cumplir con la principal exigencia  metodológica:
  1. No se debe disociar la ideología de la realidad material del signo.
  2. No se puede separar el signo de las formas concretas de comunicación social (ya que el signo es parte de la comunicación social organizada y no puede existir sino en esta, convirtiéndose de lo contrario en un simple objeto físico).
  3. No se puede separar las formas concretas de la comunicación de sus bases materiales.
Desde aquí Voloshinov propone abordar otros aspectos: el contenido del signo y el acento valorativo que acompaña cualquier contenido.
En cada etapa de la sociedad existe un específico y limitado círculo de temas expuesto a la atención de la sociedad y en los que esta atención suele depositar un acento valorativo. Sólo este grupo de temas puede manifestarse en signo, llegando a ser tema de comunicación semiótica. ¿Qué es lo que determina este ámbito de temas acentuados axiológicamente?
Es necesario que dichos temas estén relacionados con los supuestos socioeconómicos mas importantes del grupo mencionado; es preciso que involucre siquiera parcialmente las bases de la existencia material del grupo señalado. Solo aquello que posea un valor social puede entrar en el mundo de la ideología, constituirse y consolidarse en él.
El tema de un signo es la realidad que llega a ser objeto del signo. Un tema ideológico siempre aparece acentuado socialmente. Y todos los acentos sociales penetran en las conciencias individuales, y allí se convierten en acentos individuales. El acento en cuanto tal, es interindividual. El tema y su forma están íntimamente relacionados. Y son las mismas fuerzas y los mismos presupuestos sociales los que suscitan el primero y la segunda. Todo esto se examina mejor que nada en el material verbal.
La existencia reflejada en el signo no tanto se refleja propiamente como se refracta en él. ¿Qué es lo que determina la refracción del ser en un signo ideológico? Es la intersección de los intereses sociales de orientación más diversa, dentro de los límites de un mismo colectivo semiótico; es es, la lucha de clases. La clase no coincide con el colectivo semiótico. En cada signo se cruzan los acentos de orientaciones diversas. El signo llega a ser arena de la lucha de clases.
Este carácter multiacentuado del signo ideológico es su aspecto más importante. En realidad, es tan solo gracias a este cruce de acentos que el signo permanece vivo, móvil y capaz de evolucionar. Pero justamente aquello que hace vivo y cambiante al signo ideológico lo convierte al mismo tiempo en un medio refractante y distorsionador de la existencia.  La clase dominante busca adjudicar al signo ideológico un carácter eterno por encima de las clases sociales, pretende apagar y reducir al interior la lucha de valoraciones sociales que se verifica en él, trata de convertirlo en signo monoacentual.
Pero en realidad todo signo ideológico vivo posee dos caras.
Segunda Parte - HACIA UNA FILOSOFÍA MARXISTA DEL LENGUAJE
Capítulo 1
DOS  CORRIENTES DEL PENSAMIENTO FILOSÓFICO-LINGÜÍSTICO
Es menester incluir la esfera global de la comunicación organizada que englobe las tres esferas de la realidad que se vienen estudiando. La unidad del medio verbal y la unidad del acontecimiento social inmediato de la comunicación son condiciones absolutamente indispensables para que el señalado conjunto físico-psíquico-fisiológico pueda vincularse al lenguaje, al discurso, para que pueda llegar a convertirse en un hecho de la lengua en cuanto discurso. Todo este heterogéneo sistema de fenómenos y relaciones, de procesos y cosas, requiere que se le reduzca a un denominador común; todas las líneas deben ser conducidas a un mismo centro; el foco del proceso lingüístico.
En la filosofía del lenguaje y en las áreas metodológicas correspondientes podemos observar dos corrientes principales en cuanto a la solución de nuestro problema, a saber: el problema de la separación y la delimitación como objeto de estudio específico.
La primera corriente se la puede denominar subjetivismo individualista. La segunda objetivismo abstracto.
La primera analiza el acto individual y creativo del discurso como el fundamento del lenguaje. La psique individual es el origen del lenguaje. El enfoque general de la lengua se reduce a los cuatro postulados siguientes:
1-      El lenguaje es actividad, un continuo proceso constructivo de creación realizado en los actos discursivos individuales.
2-      Las leyes de creación lingüística son individuales y psicológicas.
3-      La actividad lingüística es consciente y análoga a la artística.
4-      El lenguaje como producto hecho, como sistema estable de una lengua es una especie de sedimento muerto, una lava petrificada de la creación lingüística construido en abstracto por la lingüística con los fines de enseñanza práctica de una lengua como u instrumento hecho.
El punto de vista de la segunda corriente puede ser resumido a las siguientes ideas fundamentales:
1-      La lengua es un sistema estable e invariable de formas normativamente idénticas, sistema previamente dado a la conciencia individual e incuestionable para ésta.
2-      Las leyes de la lengua son leyes específicamente lingüísticas que expresan la relación entre los signos lingüísticos dentro de un sistema cerrado de la lengua. Son leyes objetivas para toda conciencia subjetiva.
3-      Las relaciones lingüísticas específicas no tienen nada que ver con los valores ideológicos. Ningún motivo ideológico fundamenta el fenómeno de la lengua.
4-      Los actos individuales de enunciación desde el punto de vista de la lengua apenas aparecen como formaciones y variaciones casuales, o sólo como distorsiones de las formas normativamente idénticas; pero precisamente estos actos individuales de enunciación explican la variabilidad  histórica de las formas lingüísticas; en cuanto tal esta variabilidad es irracional y absurda desde el punto de vista del sistema. entre el sistema de la lengua y su historia no hay relación ni motivación común. Son ajenos el uno a la otra.
Las ideas del objetivismo abstracto siguen predominando en Francia y Saussure es su exponente más destacado. A su lado se erige Durkheim, representada en la lingüística por la figura de Meillet. 
¿Cuál es el auténtico meollo de la realidad lingüística? ¿Cuál es la forma existencial de la realidad lingüística: la generación creativa continua, o la inmovilidad inmutable de las normas idénticas a sí mismas?
Capítulo 2
LENGUA, LENGUAJE, ENUNCIADO
Las normas son reales para las conciencias subjetivas de los miembros del colectivo dado. La lengua respecto de la conciencia individual aparece como sistema de normas inmutables, que este es el modo de existencia de la lengua para cada miembro de un colectivo lingüístico dado, expresaríamos de esta manera una relación absolutamente objetiva. La mayoría de los representantes del objetivismo abstracto se inclina a sostener la realidad inmediata, la objetividad inmediata de la lengua, como sistema de formas normativamente idénticas. Tienden a una hipostización del objetivismo abstracto.
La conciencia del hablante no maneja la lengua como un sistema  de formas normativamente idénticas. Tal sistema es una abstracción, obtenida mediante un arduo trabajo realizado para determinados propósitos cognoscitivos y prácticos. El sistema de la lengua es producto de una reflexión sobre el lenguaje, reflexión que no se lleva a cabo en la conciencia del hablante nativo de una lengua determinada, ni tampoco con el propósito inmediato de hablar.
En efecto, el objetivo del hablante consiste en producir un cierto enunciado concreto. Para él, se trata de aplicar una forma normativamente adecuada en un determinado contexto concreto. Él no ubica el centro de gravedad en la adecuación de la forma, sino en aquella nueva significación concreta que la forma adquiere en el contexto dado.
Al hablante no le importa la forma lingüística como señal estable y siempre igual a sí misma, sino como signo siempre mutante y elástico. Tal es el punto de vista del hablante.
La tarea de reconocimiento consiste en la comprensión de una forma aplicada en un contexto dado y concreto, a la comprensión de su significación en un enunciado dado, es decir, a la comprensión de su novedad, pero no al reconocimiento de su identidad. También el receptor está orientado hacia la forma lingüística dada como signo mutante y elástico.
Comprensión y reconocimiento no pueden ser confundidos. Un signo se comprende. Una señal se reconoce.
La conciencia discursiva de los hablantes no tiene que ver, en realidad, con la forma de la lengua en cuanto tal ni con la lengua en sí. La forma lingüística que le es dada al hablante, tan solo en un contexto de enunciaciones determinadas, se le da, por lo mismo, solamente dentro de un contexto ideológico dado. La palabra siempre aparece llena de un contenido y de una significación ideológica o pragmática. Así es como comprendemos la palabra y respondemos únicamente a una palabra así: una palabra que nos afecta en una situación ideológica o vital.
Desde el principio está claro que este sistema ha sido obtenido mediante una abstracción, que se compone de elementos separados en abstracto de las unidades reales de flujo discursivo: las enunciaciones.
¿Cuáles son los propósitos implícitos de la abstracción lingüística que conducen a la concepción del sistema sincrónico de la lengua? ¿Desde qué punto de vista este sistema aparece como productivo y necesario?
La definición auténtica de la lengua dentro del pensamiento lingüístico es la siguiente. Lengua, muerta, escrita y ajea.
El enunciado aislado, acabado, y monológico, sacado de su contexto discursivo real, no orientado hacia una posible respuesta activa, sino a la comprensión pasiva de un filólogo, representa el dato último y el punto de partida para el pensamiento lingüístico.
La segunda tarea principal de la lingüística, la de crear un aparato necesario para enseñar una lengua descifrada, codificarla con una orientación adecuada a los fines de una transmisión escolar, dejó un sello importante en el pensamiento lingüístico. La fonética, la gramática, el léxico son tres apartados en el sistema de la lengua, tres centros organizadores de las categorías lingüísticas que se han generado en el cauce de las dos tareas señaladas de la lingüística: la tarea heurística y la pedagógica.
La orientación de la lingüística y de la filosofía del lenguaje hacia la palabra ajena y extranjera no es fortuita y arbitraria. Por el contrario, esta orientación simboliza el enorme papel histórico que la palabra ajena ha desempeñado en el proceso de edificación de todas las culturas históricas. A la palabra ajena le ha correspondido aportar las luces, la cultura, la religión, la organización política. el grandioso papel organizativo de la palabra ajena condujo a la situación en que la palabra ajena en las profundidades de la conciencia histórica de los pueblos se había relacionado con la idea de poder, de la fuerza, de la santidad.
Voloshinov trata de expresar en los siguientes postulados aquellas particularidades de la percepción de la palabra ajena que se convirtieron en el fundamento del objetivismo abstracto:
1-      El momento estable e idéntico a sí mismo de las formas lingüísticas prevalece sobre su variabilidad.
2-      Lo abstracto prevalece sobre lo concreto.
Un enunciado monológico y acabado es en realidad una abstracción. La concretización de la palabra solo es posible mediante su inclusión en un contexto histórico real de su realización primitiva. En un enunciado monológico aislado aparecen rotos justamente aquellos hilos que lo unían con toda la concreción de la generación histórica.
3-      La sistematicidad abstracta prevalece sobre la historicidad.
Los creadores e iniciadores de nuevas corrientes ideológicas nunca son sus sistematizadores formales. Las empieza a sistematizar la época que se siente en la posesión de un pensamiento acabado y recibido de una autoridad. Es preciso que pase la época creadora, y sólo entonces empieza la sistematización formalista, tarea de herederos. El pensamiento gramático hubo de ocupar esta segunda posesión.
4-      Las formas de los elementos prevalecen sobre las formas de la totalidad. 
La lingüística trabaja orientada hacia el enunciado monológico aislado. Todo el trabajo se lleva a cabo dentro de los límites de un enunciado dado. Pero los límites del enunciado como una totalidad se perciben débilmente o incluso dejan de percibirse.
5-      La substancialización del elemento lingüístico aislado sustituye la dinámica del discurso.
6-      La monosemia y la monoacentualidad de la palabra sustituye su polisemia y poliacentualidad.
7-      Se presenta el concepto de la lengua como una cosa acabada que se transmite de una generación a otra.
8-      La incapacidad de comprender la generación de la lengua desde su interior.

Capítulo 3
INTERACCIÓN DISCURSIVA
El punto de vista de Voloshinov acerca de la cuestión:
  1. La lengua como sistema estable de formas normativamente idénticas es tan solo una abstracción científica, productiva únicamente para ciertos fines teóricos y prácticos. Esta abstracción no se adecua a la realidad concreta del lenguaje.
  2. El lenguaje es un proceso continuo de generación, llevado a cabo en la interacción discursiva social de los hablantes.
  3. Las leyes de la generación lingüística, lejos de ser leyes psicológicas e individuales, tampoco pueden ser desvinculadas de la actividad de los individuos hablantes. Las leyes de la generación lingüística son sociológicas.
  4. La creación del lenguaje no coincide con la artística o con algún otro tipo de creación específicamente ideológica. Pero al mismo tiempo la creación del lenguaje no puede ser comprendida en una separación de los sentidos y valores ideológicos que contiene. La generación del lenguaje, como toda generación histórica, puede percibirse como una ciega necesidad mecánica, pero puede llegar a ser una necesidad libre, al convertirse en una necesidad consciente y deseada.
  5. La estructura del enunciado es puramente sociológica. El enunciado como tal surge entre los hablantes. Un acto discursivo individual es una contradictio in adjecto.
Resumen
El subjetivismo se relaciona con el romanticismo como reacción a la palabra ajena. Fueron los filólogos de la lengua materna, para reestructurar radicalmente el pensamiento lingüístico en base a la vivencia de la lengua vernácula.
También parten del enunciado monológico pero encarado desde la interioridad del hablante, desde la autoexpresión.
La expresión es lo que se forma en la psique individual y que puede ser proyectado hacia fuera mediante signos externos.  Contiene, así, 2 miembros: lo expresado (interno) y su objetivación externa para los demás. Se entiende que lo expresado puede pre-existir fuera de la expresión, en otra forma. La prioridad es lo interno, lo exterior es recipiente del espíritu interno.
En realidad, lo interno al exteriorizarse cambia, pues lo vivenciado se ve obligado a aceptar un cierto compromiso, sin embargo el idealismo ha negado a la expresión en tanto distorsión de la pureza interior.
La teoría de la expresión es radicalmente errónea. La vivencia (expresado y expresión) están hechas del mismo material. No hay vivencia fuera de su encarnación sígnica por eso ni siquiera  podría plantearse la diferencia cualitativa entre lo interno y lo externo. No es la vivencia lo que organiza la expresión sino al contrario, es la expresión la que organiza la vivencia de la por 1ra vez una forma y una determinación del sentido.
Lo que interesa son las condiciones reales del enunciado en cuestión, la situación social inmediata. La palabra está orientada hacia un interlocutor. Presuponemos un cierto horizonte social típico y estable, hacia el cual se orienta la creatividad ideológica del grupo social y de la época a que pertenecemos.
El mundo interior y el pensamiento de todo hombre poseen un auditorio social estable en cuya atmósfera se prefiguran sus argumentos internos, las valoraciones.
La palabra se determina en la misma medida por aquel a quien pertenece como por aquel a quien está destinada. La palabra es el puente construido entre el yo y el otro.
El hablante toma prestada la palabra en cuanto signo del acervo social de los signos existentes, las relaciones sociales determinan la formulación individual del enunciado. Esa “individuación estilística” es reflejo de las interrelaciones sociales. La estructura del enunciado se determina por la situación social más inmediata y más englobadora. Estas determinan el estilo y la forma del enunciado.
Una mínima concientización de una sensación (como el hambre) se expresa bajo formas ideológicas. Fuera de alguna orientación la vivencia no es posible.

Vivencia-yo: aniquilación, pierde contenido id, acercando a la reacción del animal. Desarraigo social
Vivencia-nosotros: diferenciación id según el grado de organización social.
Vivencia de sí mismo: individualismo (forma parte de la vivencia nosotros de la clase burguesa), la seguridad en sí no se extrae de la experiencia interior sino del exterior: interpretación id del reconocimiento social del yo.
La vivencia interna de una persona también es un territorio social.
Sin contar con una objetivación, con una expresión mediante un material determinado la conciencia es una ficción.
La ideología cotidiana (a diferencia del arte, la religión...) es un mundo caótico del discurso interior y exterior desordenado y no asentado, que confiere sentido a nuestros actos éticos o acción.  Los sistemas id articulados deben mantener un vinculo con la id cotidiana, se influyen retroactivamente. Fuera de ella están muertos: la obra debe establecer nexos estrechos con la id cotidiana cambiante.
Estrato inferior de la id cotidiana: hechos azarosos, eventuales, instantáneos. No tienen demasiada fuerza id ni eficacia posterior. Carecen de lógica y de unidad.
Estrato superior: sistemas id más consistentes, responsables, de índole creativa. Son mucho más móviles y tensos en comparación con una id estructurada, son capaces de trasmitir los cambios de las bases socioeconómicas en forma más dinámica. Aquí se acumulan las energías creativas  con la ayuda de las cuales se llevan a cado cambios parciales o radicales en los sistemas id.
Critica al subjetivismo individual.
    Debemos rechazar la teoría de la expresión: el centro organizador de cada enunciado se encuentra afuera en el medio que rodea al individuo.
    Si bien las enunciaciones singulares  representan la única realidad de la lengua, no se puede menospreciar la naturaleza social del enunciado, tratando de derivar la enunciación del mundo interior del hablante.
    Toda palabra es ideológica; pero no depende este de un psiquismo interior.
    No podemos tomar como. Punto de partido el enunciado monológico.
La realidad concreta del lenguaje depende del acontecimiento social de interacción discursiva, llevada a cabo mediante la enunciación y plasmada en enunciados.
Todo enunciado es tan solo un momento en la comunicación discursiva continua (cotidiana, política, literaria). Este intercambio es un momento de un continuo y multilateral proceso generativo de un colectivo social determinado.