viernes, 12 de julio de 2013

Althusser, L.: Marxismo y Humanismo



I
Actualmente la gran vía del humanismo también puede conducir al socialismo. Pero antes de expresarse en términos de la libertad de la persona, se expresó en términos de la lucha de clases. El fin de la dictadura del proletariado abre en la URSS una segunda fase histórica. Los soviéticos dicen, el Estado ya no es de clase, sino el Estado del pueblo entero (de cada uno). Efectivamente  los hombres son tratados allí sin distinción de clase, es decir, como personas. Los temas del humanismo de clase son remplazados, en la ideología, por los temas de humanismo socialista de la persona.
Hace diez años el humanismo socialista no existía sino bajo una sola forma: el humanismo de clase. Actualmente existe bajo dos formas: el humanismo de clase allí donde reina todavía la dictadura del proletariado, y el humanismo de la persona, allí donde ha sido superada. En el humanismo de la persona, el de clase puede contemplar su propio futuro.
Así se bosqueja una especie de encuentro entre dos humanismos de la persona: el humanismo socialista y el humanismo liberal burgués o cristiano. La liberalización de la URSS da garantía al segundo. La humanidad encontrará al fin realizado su sueño milenario, figurado, en los bosquejos de los humanismos pasados, cristianos y burgueses: que en el hombre y entre los hombres llegue al fin el reino del hombre.
II
Socialismo es científico. Humanismo es ideológico. Se trata de un concepto que encierra una desigualdad teórica asombrosa. Humanismo señala un conjunto de realidades existentes pero que a diferencia de un concepto científico, no nos da los medios para conocerlas.
Para ver esto claro, Althusser recuerda la experiencia de Marx que no llegó a la teoría científica de la historia sino pagando el precio de una crítica radical a la filosofía del hombre. La esencia del hombre fundaba a la vez una teoría rigurosa de la historia y una práctica política coherentes. Esto se ve en las dos etapas del período humanista de Marx.
La primera etapa está signada por un humanismo racionalista liberal. La historia del hombre solo es comprensible a través de la esencia del hombre, que es libertad y razón. Libertad: el hombre está llamado a la libertad, constituye su ser  mismo. La libertad ha existido siempre, como privilegio particular y como derecho general; el estado moderno es libertad pero en la forma racional del derecho universal. Razón: el hombre no es libertad sino al ser razón. Existe todavía bajo la forma de razón en el Estado: el Estado del derecho y de las leyes.
La segunda etapa está dominada por una nueva forma de humanismo: el humanismo comunitario de Feuerbach. El estado razón permaneció sordo a la razón y jamás se reformó. Marx pasa a considerar los abusos del Estado como una contradicción real entre su esencia y su existencia. El humanismo de Feuerbach permite precisamente pensar esta contradicción al mostrar en la no-razón la enajenación de la razón, y en esta enajenación la historia del hombre, es decir, su realización. El hombre es solo libertad y razón porque primero es ser comunitario, un ser que no se realiza teóricamente ni prácticamente, sino dentro de las relaciones humanas universales, tanto con los hombres como con sus objetos. La esencia del hombre funda la historia y la política.
La historia es la enajenación y la  producción de la razón en la sinrazón, del hombre verdadero en el hombre enajenado. En los productos enajenados de su trabajo, el hombre realiza sin saberlo, su esencia de hombre. Esta pérdida supone una esencia del hombre preexistente definida. Al fin de la historia, este hombre, convertido en objetividad inhumana, no podrá sino volver a tomar en sus manos, su propia esencia enajenada en la propiedad, la religión y el estado, para llegar a ser un hombre total, un hombre verdadero.
Esto da origen a un nuevo tipo de acción política: la política de una reapropiación práctica por el hombre de su esencia. La revolución será también humana. Será la obra común de la filosofía y del proletariado.  En la primera se afirma al hombre, en la práctica se lo niega. La penetración de la filosofía la rebelión consciente de la afirmación contra su propia negación. La negación de la negación.
III
A partir  de 1845 Marx rompe con toda teoría que funda la historia y la política en la esencia del hombre. Esta ruptura única comporta tres aspectos teóricos indisociables:
  1. Formación de una teoría de la historia y de la política fundada en conceptos radicalmente nuevos: los conceptos de formación social, fuerzas productivas, relaciones de producción, superestructura, ideologías, determinación en última instancia por la economía, determinación específica de otros niveles, etc.
  2. Crítica radical de las pretensiones teóricas de todo humanismo filosófico.
  3. Definición del humanismo como ideología.
Aquí todo se entrelaza. La esencia del hombre criticada es definida como ideología, categoría que pertenece a la nueva teoría de la sociedad y de la historia.
A un idealismo de la esencia corresponde siempre un empirismo del sujeto. Al rechazar la esencia del hombre como fundamento teórico, Marx rechaza todo ese sistema orgánico de postulados. Echa a las categorías filosóficas de sujeto, empirismo, esencia ideal, de todos los campos que reinaban. De la historia, de la moral, de la filosofía. Pero solo tiene derecho a rechazar los antiguos conceptos en la medida en que los reemplaza por conceptos nuevos.
Marx funda una nueva problemática, una nueva manera sistemática de plantear los problemas al mundo, nuevos principios y un nuevo método. Este descubrimiento está contenido inmediatamente en la teoría del materialismo histórico, donde Marx no solo propone una nueva teoría de la historia sino también una nueva filosofía. Reemplaza los antiguos conceptos por una teoría de los diferentes niveles específicos de la práctica humana en sus articulaciones propias, fundada sobre las articulaciones específicas de la unidad de la sociedad humana.
El anti-humanismo teórico tiene por corolario el reconocimiento y el conocimiento del humanismo mismo como ideología. No suprime de ninguna manera la existencia histórica del humanismo. Reconoce la necesidad del humanismo como ideología, poniéndola en relación con sus condiciones de existencia, una necesidad bajo condiciones. Una actitud política frente al humanismo solo es posible bajo la condición absoluta de estar fundada en la filosofía marxista cuyo supuesto previo es el anti-humanismo teórico.
IV
Todo depende entonces del conocimiento de la naturaleza del humanismo como ideología. Basta saber que una ideología es un sistema (que posee su lógica y su rigor propios) de representaciones (imágenes, mitos, ideas o conceptos según los casos), dotados de una existencia y de un papel históricos en el seno de una sociedad dada. Sin entrar en el problema de las relaciones de una ciencia con su pasado, podemos decir que la ideología como sistema de representaciones se distingue de la ciencia en que la función práctico social es más importante que la función teórica (o de conocimiento). Definiciones pág. 192.
El materialismo histórico no puede concebir que una sociedad comunista pueda prescindir jamás de la ideología, trátese de moral, de arte, o de representación del mundo. No puede concebirse que el comunismo, nuevo modo de producción que implica fuerzas de producción y relaciones de producción determinadas, pueda prescindir de una organización social de la producción y de las formas ideológicas correspondientes.
La ideología no es por lo tanto, una aberración o una excrecencia contingente de la historia: constituye una estructura esencial en la vida histórica de las sociedades. Por lo demás, solamente la existencia y el reconocimiento de necesidad pueden permitir actuar sobre la ideología y transformarla en instrumento de acción reflexiva sobre la historia.
La ideología tiene muy poco que ver con la conciencia. es profundamente inconsciente. Es sin duda un sistema de representaciones, pero estas representaciones, son la mayor parte del tiempo, imágenes, conceptos, que se imponen como estructuras a la inmensa mayoría de los hombres sin pasar por su conciencia. Los hombres viven su ideología como un objeto de su mundo, como su mundo mismo.
La ideología concierne a la relación vivida de los hombres con su mundo. esta relación no aparece como consciente sino a condición de ser inconsciente, da la impresión de no ser simple sino una relación de relaciones, una relación de segundo grado. En la ideología los hombres expresan, en efecto, no su relación con sus condiciones de existencia sino la manera en que viven su relación con sus condiciones de existencia: lo que supone a la vez una relación real y una relación vivida, imaginaria con sus condiciones de existencia. La ideología es por lo tanto la expresión de la relación de los hombres con su mundo, es decir, la unidad de su relación real y e su relación imaginaria con sus condiciones reales de existencia reales. E la ideología la relación real está inevitablemente investida en la relación imaginaria: relación que expresa más una voluntad, una esperanza o una nostalgia, que la descripción de una realidad.
En esta sobredeterminación de lo real por lo imaginario y de lo imaginario por lo real, la ideología es, por principio, activa, y refuerza o modifica las relaciones de los hombres con sus condiciones de existencia, en esa misma relación imaginaria. De ello se deriva que esta acción no puede ser jamás instrumental: los hombres que se sirven de una ideología como un puro medio de acción, una herramienta, se encuentran prisioneros en ella y preocupados por ella en el momento mismo en que la utilizan y se creen sus dueños.
Esto es perfectamente claro en una sociedad de clases. La ideología dominante es la ideología de la clase dominante. Pero esta no mantiene con su ideología una relación exterior y lúcida de utilidad o de astucia puras. Le sirve para dominar a la clase explotada  y para constituirse en clase dominante misma, haciéndole aceptar como real y justificada su relación vivida con el mundo. la ideología tiene un papel activo sobre la clase dominante y contribuye a moldearla, a modificar sus actitudes para adaptarla a sus condiciones reales de existencia.
En una sociedad de clases, la ideología es la tierra y el elemento en los que la relación de los hombres con sus condiciones de existencia se organiza en provecho de la clase dominante. En una sociedad sin clases la ideología es la tierra y el elemento en los que la relación de los hombres con sus condiciones de existencia se vive en provecho de todos los hombres.
V
De esta manera llegamos a tocar la razón más profunda y, sin duda, difícil de enunciar. Este recurso a la ideología puede también, en ciertos límites ser considerado, como el sustituto de un recurso a la teoría.
Notas sobre el humanismo real.
Marx señala que la idea de naturaleza humana, o de esencia del hombre, recubre un juicio de valor doble, precisamente la pareja humano-inhumano. Esta pareja es el principio oculto de todo humanismo. Para Marx, ambos son producto de las condiciones actuales, lo inhumano es el lado negativo de lo humano.
El humanismo socialista es rechazo y denuncia de las discriminaciones humanas, de la explotación, de la miseria, de la esclavitud. En el caso de la URSS, concierne a una realidad doble, no solo a una realidad superada por la necesidad racional del desarrollo de las fuerzas de producción y de las relaciones de producción socialista (la dictadura del proletariado) sino también a una realidad que no debería haberse tenido que superar, esa nueva forma de existencia no-racional de la razón, de terror, de opresión, de dogmatismo, aquello que no se ha logrado superar totalmente, en sus efectos o en sus daños.
Los temas del humanismo socialista (libre desarrollo del individuo, respeto por la legalidad socialista, dignidad de la persona, etc.) son la manera en que los soviéticos y otros socialistas viven sus relaciones con estos problemas, es decir, con las condiciones en que se plantean.
Considerados en sí mismos, estos problemas, conciernen a la preparación de nuevas formas de organización de la vida económica, de la vida política y de la vida ideológica, de los países socialistas en su fase de desaparición o de superación de la dictadura del proletariado.
El antihumanismo de Marx permite la comprensión de la necesidad de las ideologías existentes, el humanismo inclusive. Pero da al mismo tiempo, ya que es una teoría crítica y revolucionaria, la comprensión de la táctica que se debe adoptar contra ellas: sostenerlas, transformarlas y combatirlas.
Humanismo real, opuesto al idealista, abstracto, especulativo, que tiene por objeto algo que no es real. Si queremos encontrar el contenido de este nuevo humanismo tenemos que buscarlo en la realidad, en la sociedad, en el estado, etc. Lo real no es una consigna teórica, lo real es el objeto real, que existe independientemente de su conocimiento, pero que solo puede ser definido por su conocimiento. La consigna del humanismo no tiene un valor teórico, sino un valor de índice práctico, es necesario ir a los problemas concretos mismos.

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