viernes, 12 de julio de 2013

Benveniste, E.: La naturaleza del signo lingüístico



Saussure enseño que la naturaleza del signo es arbitraria. La fórmula se impuso en seguida. Por arbitrario el autor entiende que es inmotivado, es decir, arbitrario en relación con el significado, con el cual no tiene nexo ninguno natural en la realidad. Benveniste intenta revisar si esta conclusión es coherente, y si admitida la bipartición, se sigue que deba caracterizarse como arbitrario el signo.
Es claro que el razonamiento está falseado por el recurso inconsciente y  subrepticio a un tercer término, que no estaba comprendido en la definición inicial. Este tercer término es la cosa misma, la realidad. Solo si se piensa en la particularidad de la realidad se tiene fundamento para juzgar arbitraria la relación entre signo y realidad. Hay así una contradicción entre la manera como Saussure define el signo y la naturaleza fundamental que le atribuye.
Entre el ste y sdo el nexo no es arbitrario; al contrario, es necesario. El concepto es por fuerza idéntico en mi conciencia al conjunto fónico. Los dos juntos han sido impresos en mi espíritu, juntos se evocan en toda circunstancia. Hay entre ellos una simbiosis tan estrecha que el concepto es como el alma de la imagen acústica. A la inversa, el espíritu no acoge más forma sonora que la que le sirve de soporte a una representación identificable para él. Ste y sdo son en realidad dos caras de una misma noción. El ste es la traducción fónica de un concepto; el sdo es el correlato mental del ste.
Se ve ahora y se puede deslindar la zona de lo arbitrario. Lo que es arbitrario es que tal signo, y no tal otro, sea aplicado a tal elemento de la realidad, y no a tal otro. Es en efecto traspuesto a términos lingüísticos, el problema metafísico del acuerdo entre el espíritu y el mundo, problema que acaso el lingüista esté un día en condiciones de abordar con fruto, pero que por ahora valdrá más que deje. Sentar la relación como arbitraria es para el lingüista una manera de defenderse contra esta cuestión y también contra la solución que el sujeto parlante le aporta instintivamente. Para el sujeto parlante hay entre la lengua y la  realidad adecuación completa: el signo cubre y rige la realidad; mejor: es esta realidad.
La naturaleza del signo lingüístico. Lo que Saussure demuestra sigue siendo cierto, pero acerca de la significación, no del signo.