Saussure enseño que la naturaleza del signo es arbitraria. La fórmula se
impuso en seguida. Por arbitrario el autor entiende que es inmotivado, es
decir, arbitrario en relación con el significado, con el cual no tiene nexo
ninguno natural en la realidad. Benveniste intenta revisar si esta conclusión
es coherente, y si admitida la bipartición, se sigue que deba caracterizarse
como arbitrario el signo.
Es claro que el razonamiento está falseado por el recurso inconsciente
y subrepticio a un tercer término, que
no estaba comprendido en la definición inicial. Este tercer término es la cosa
misma, la realidad. Solo si se piensa en la particularidad de la realidad se
tiene fundamento para juzgar arbitraria la relación entre signo y realidad. Hay
así una contradicción entre la manera como Saussure define el signo y la
naturaleza fundamental que le atribuye.
Entre el ste y sdo el nexo no es arbitrario; al contrario, es necesario. El
concepto es por fuerza idéntico en mi conciencia al conjunto fónico. Los dos
juntos han sido impresos en mi espíritu, juntos se evocan en toda
circunstancia. Hay entre ellos una simbiosis tan estrecha que el concepto es
como el alma de la imagen acústica. A la inversa, el espíritu no acoge más
forma sonora que la que le sirve de soporte a una representación identificable
para él. Ste y sdo son en realidad dos caras de una misma noción. El ste es la
traducción fónica de un concepto; el sdo es el correlato mental del ste.
Se ve ahora y se puede deslindar la zona de lo arbitrario. Lo que es
arbitrario es que tal signo, y no tal otro, sea aplicado a tal elemento de la
realidad, y no a tal otro. Es en efecto traspuesto a términos lingüísticos, el
problema metafísico del acuerdo entre el espíritu y el mundo, problema que
acaso el lingüista esté un día en condiciones de abordar con fruto, pero que
por ahora valdrá más que deje. Sentar la relación como arbitraria es para el
lingüista una manera de defenderse contra esta cuestión y también contra la
solución que el sujeto parlante le aporta instintivamente. Para el sujeto
parlante hay entre la lengua y la realidad
adecuación completa: el signo cubre y rige la realidad; mejor: es esta
realidad.
La naturaleza del signo lingüístico. Lo que Saussure demuestra sigue siendo
cierto, pero acerca de la significación, no del signo.